Día de los Abuelos

image0Ser abuelo o abuela es AMOR PURO y PURO AMOR. Es generosidad infinita en el esfuerzo y compromiso. Es entrega absoluta para regalar historias y experiencias vividas, que se han convertido en sabiduría. Es la oportunidad extraordinaria de vivir una segunda paternidad o maternidad con la madurez de acertar dónde antes, tal vez, se falló por edad, por novato en noches en vela o por poca paciencia. Además de todo eso, es disfrutar de todos los matices del maravilloso crecimiento de una vida que, en efecto, te llena de ilusión y te convence, sin duda, que un mundo mejor es posible. Nos merecemos ese mundo mejor. Nuestros nietos o nietas se merecen esa responsabilidad de herencia vital.  

Ser abuelo no implica ser mayor. Tampoco estar mayor. Del mismo modo, ser mayor no te convierte en abuelo. No busquemos ese tipo de analogías que, en algunos casos, generan frustración o melancolía. No todas las personas mayores son abuelos. No usemos ese sinónimo porque es falso. Reguemos nuestras vidas de palabras que creen realidades y sentimientos bonitos. Asumamos que hay muchos tipos de abuelos y abuelas, y no todos tienen que ver con la consanguinidad. 

El ejemplo de San Joaquín y Santa Ana y el de otros muchos de nuestra geografía castellanomanchega son la estructura perfecta de ese refugio natural en el que nos sentimos a salvo y siempre apoyados, aunque con exigencia. Incluso, con silencio, con el silencio más tierno que existe, pero también, con la firmeza de saber que su papel, -el de los abuelos-,  es fundamental para el desarrollo de una sociedad más justa y más sabia. 

Agradezcamos a nuestros abuelos todo lo que aportan, no solo en la faceta de trabajo o económica. Ellos y ellas son el origen, son la esencia del traspaso vital que nos permite prosperar. RESPETO Y ADMIRACIÓN… y a las personas mayores, también. Por cierto, muchos de los cuidadores, también, son abuelos y abuelas

 

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